¿Sabíais que en enero aumentan en un 30% las personas que se apuntan al gimnasio?
Es más, según un estudio de la BBC, no solo aumentan las personas que se apuntan al gimnasio, sino que entre el 20 y el 30% de estas personas lo abandona antes del mes de febrero.
¿Sabíais además, que el 40% de personas que empiezan una dieta en el primer mes del año la abandonan en el segundo mes?
Si os paráis a pensarlo un momento, son datos muy chocantes y es lógico pensar que una gran parte de las personas que deciden adoptar estos hábitos a principio de año no lo hacen por motivación intrínseca, sino que es algo que viene determinado por la culpa posterior a las comidas navideñas y el deseo de eliminar los «excesos».
La influencia de este tipo de festividades en nuestros hábitos
Lo cierto es que la Navidad es una época muy bonita para vivir en familia o junto a las personas que te rodean y que más quieres. Sin embargo, también es un peligroso caldo de cultivo para la autoflagelación y la culpabilidad. Esta última es importante aprender a usarla a nuestro favor para que no nos juegue una mala pasada.
Esta festividad siempre ha estado muy arraigada a nuestra cultura y ha sido una fecha señalada en el calendario. Un carrusel de familiares que no habías visto durante todo el año, entrantes, platos que van, platos que vienen, postres… Un sinfín de comida y alimentos que apenas habías probado, pero que llegadas estas fechas, el gran bombardeo de publicidad y el espíritu navideño consiguen traer a la mesa.
Es impresionante ver cómo esta época afecta a la salud económica de la familia. Se acaban haciendo enormes esfuerzos por traer alimentos como el marisco, que durante todo el año eran inalcanzables. Y eso que en muchas familias ni gusta este tipo de alimentos. Sin embargo, ya se han convertido en un símbolo de distinción, una pauta a seguir para tener una buena cena.
Dichos factores hacen que durante estas fechas se produzcan «atracones» o se coma más de lo que suele comer normalmente. Y es que ante tal cantidad de estímulos físicos y emocionales, es completamente normal tener más ganas de comer que de costumbre, y ese no es el único problema. Se crea un mayor inconveniente cuando a esto le sumamos los comentarios completamente innecesarios de algunos familiares. Opinan sin ningún derecho sobre nuestro cuerpo; porque no confundamos, son seres queridos, pero eso no les da motivos para ser jueces de nuestro físico.
Los cánones de belleza modernos, los anuncios de dietas milagro, las operaciones estéticas, las expectativas que tienen sobre nosotras, o que tenemos nosotras mismas…
Todos estos detonantes se mezclan generando un cóctel de emociones que acaban haciendo que sintamos vergüenza por ser cómo somos y una carga de conciencia bastante destructiva.
Y aquí es muy importante destacar el papel tan cruel que muchas veces ejercen los medios de comunicación como cómplices de la industria alimentaria y estética. Los mismos que en los momentos previos a estas fechas empiezan a bombardear con anuncios sobre multitud de productos alimenticios, cenas de navidad y momentos nostálgicos en familia, el llamado marketing emocional. Después llenan las noticias con titulares como «5 COSAS QUE DEBERÍAS HACER PARA ADELGAZAR DESPUÉS DE NAVIDAD». Yendo a dónde duele. Generándonos inseguridades. Para después utilizar todos esos sentimientos a su favor. La venta de los productos quema grasas y los milagros dietéticos aumenta desmesuradamente. Es un ciclo creado por ellos mismos. Nos venden una ilusión, nos generan un problema con ella y después nos venden un remedio mucho peor.
El propósito de los medios masivos no es tanto informar y reportar lo que sucede, sino más bien dar forma a la opinión pública de acuerdo a las agendas del poder corporativo dominante
Noam Chomsky
La influencia de las redes sociales en los últimos tiempos también ha hecho mucho daño.
Cómo nos han vendido la imagen de un «cuerpo ideal» que hay que conseguir a cualquier precio. Llegando a generar en nosotras mismas una sensación de desprecio por no tener ese cuerpo modelo. Decenas de influencers promocionando las llamadas dietas détox e influenciando la visión de muchísimas mujeres sobre su cuerpo y sus hábitos alimentarios. La mayoría de estas dietas que se realizan son dietas restrictivas. Que prohíben ciertos alimentos o incluso eliminan macronutrientes necesarios para nuestro cuerpo (el caso de dietas muy bajas en grasas). Este tipo de planificación dietética lleva a actitudes que generan relaciones tóxicas y muy turbulentas con la comida, desarrollando en muchos casos un TCA.
Esa visión irreal y hegemónica que nos ha dado la sociedad acerca de cómo son los cuerpos válidos, nos afecta en el día a día. Y no solo se manifiesta en nuestra alimentación, sino que interfiere a la hora de querernos y relacionarnos con nuestro entorno. Nos cohíbe a la hora de comunicarnos por miedo al qué dirán o pensarán sobre nosotras.
Muchas veces ese miedo se manifiesta en forma de aislamiento. Se produce un distanciamiento entre las personas buscando seguridad; cuando la realidad es que entablar un diálogo (sentir entendimiento y comprensión hacia tu problema) te ayudará muchísimo en el viaje para transformar todas esas emociones destructivas en autoconocimiento y amor propio.
Aprender a abrazar la culpa: la clave para estas fechas navideñas
La culpa es una de las denominadas emociones disfóricas, y es importante definir que es una emoción autoconsciente, es decir, que la mayor parte de las veces somos conscientes de que la estamos sintiendo. Surge cuando hacemos o no hacemos algo que rompe lo normativo, por lo que tiene un fuerte carácter social.
Lo primero que hay que entender, es que muchas veces queremos eliminarla y eso no es viable, puesto que es un mecanismo de supervivencia. Por lo tanto, abordarlo de esa manera no nos va a ayudar. Solo atrasará un problema que seguirá persistiendo en un futuro. La culpa hay que aprender a usarla a nuestro favor, es un sistema adaptativo que nos ofrece nuestro cuerpo y por lo tanto es útil para nosotras.
Es fundamental distinguir entre dos tipos de culpa: la culpa adaptativa y la culpa desadaptativa.
La primera es la que está presente en nuestra sociedad para pertenecer, de manera que la sentimos cuando hacemos algo que transgrede las «normas». Nos permite identificar los errores que todas cometemos y repararlos. Está alineada con nuestros valores, es decir, aquello que para nosotras está bien, nuestras propias normas creadas en base al autoconocimiento.
La segunda, la culpa desadaptativa, es aquella que entra en juego cuando nos machacamos y castigamos a nosotras mismas, de forma crónica, constante. En este caso, juega un papel muy importante nuestro entorno. Pues esa culpa surgirá de valores sociales que no se alineen con los nuestros propios. Si además de los medios y la educación, nuestros círculos cercanos está formado por personas que nos juzgan, nos restringen y nos limitan, nuestra relación con este tipo de culpa será mucho más estrecha. Esto va a provocar que la tengamos más instalada y sea muchísimo más difícil revertir la situación a nuestro favor. Es por eso que es clave elegir bien a las personas que nos rodean. Encontrar gente que nos nutra y ayude en este proceso de transformación de la culpa ya es un gran paso.
Seguramente sea un proceso largo y paulatino. Donde haya pasos hacia delante pero también hacia atrás. Hay que dedicarle tiempo, tener paciencia y sobre todo combatir aquellas creencias impuestas.
Cómo empezar a trabajar la culpa
Generalmente el primer paso para trabajarla y usarla a nuestro favor es monitorearla. Averiguar qué es lo que dispara ese sentimiento, conocernos más. En este caso, suele ser la sensación de haber comido en exceso durante las fiestas. Aunque en situaciones normales, lo ideal, es darnos un plazo de 1/2 semanas en las que analicemos qué es lo que hacemos y no hacemos que nos hace sentir culpables. También es interesante indagar sobre lo que hacen los demás que nos genera esa sensación. En estas circunstancias, los comentarios innecesarios de familiares sobre nuestro físico suelen ser un detonante.
El segundo paso será buscar la raíz de POR QUÉ esas situaciones y actitudes nos generan culpa. (Si surge del miedo, de la búsqueda de aceptación externa, del auto sabotaje…) ¿Realmente se alinean con nuestro sistema de valores?
Es vital replantearnos cuáles de esas normas sociales son realmente nuestras y cuáles son impuestas. Mediante esta reflexión podemos liberarnos y desprendernos de normas que comprendemos que no son útiles. Que son una verdadera carga al hombro. Y que nos alejan de nuestro proyecto de vida, de la calma y de la felicidad.
Por último, podremos utilizar la herramienta del lenguaje. Comprender que toda esa propaganda en la que se utilizan palabras como: deberías o necesitas, están intentando generar en nosotras una culpa que nos haga dependientes. Evitar incluir este tipo de vocabulario en nuestro día a día nos ayudará mucho. Más «queremos» y menos «tenemos». Cuanto menor sea la cantidad de este tipo de vocablos, menos estrecha será intensidad y recurrencia de la culpa desadaptativa.
Para concluir, creo que en estas fechas lo que debería primar es el amor. Propio y hacia las demás.
Realmente no solo en estas fechas, sino todos los días. Quedándonos con lo positivo, remarquemos el cariño de la Navidad. Entablar fuertes y sanos lazos emocionales con las personas. Crear vínculos que nutran mutuamente y disfrutar de aquello con lo que somos felices, aunque sean instantes.
La comida es uno de esos aspectos que debemos disfrutar. Siendo conscientes de lo que comemos y conociéndolo. Dando gracias y apreciando cada alimento.
Del mismo modo que tenemos que conocernos a nosotras mismas y apreciarnos, no solo en Navidad, sino cada día de nuestra vida.
Espero que tus artículos lleguen a mucha gente Alicia, la culpabilidad dentro de la alimentación es un tema muy invisibilizado y a la vez muy recurrente en nuestras vidas.
Muchas gracias <3
Muchas gracias por escribir esto, es muy necesario ?
Creo que es súper necesario ser consciente de estas cosas y de cómo nos afectan. Es maravilloso contar con esta información, para poder solventar esas cosillas. Muchas gracias <3