Este articulo puede ser denso y requiere de atención activa. Regálate este tiempo de presencia y presente.


Hazte un Café/té/infusión, evita ruido a tu alrededor, crea una iluminación que te haga estar a gusto y toma notas si lo consideras oportuno. 


Cada palabra está elegida con CONSCIENCIA MINUCIOSA Y MIMO CUIDADOSO. 


Párate a respirar, releer y recuerda digerir con calma cada aprendizaje que puedas extraer.

Tras la perspectiva histórica tradicional que había romantizado hasta el extremo las relaciones monógamas, el enamoramiento, o el apego pasional; donde amar era el único objetivo de esta vida: dejar de ser uno para ser pareja y conjunto, conseguir tu media naranja y fundirte para siempre con ella….

Surgió una nueva revolución, una nueva generación de personas que rechazaban el amor, que querían ser fuertes, independientes. No tener que apegarse a nada por ser lo suficientemente autónoma y poderosa. 

Se relacionaban desde la fluidez de las relaciones, pero no por la propia esencia de estas de cambio, sino por miedo a que supusiesen demasiado compromiso como para ser “válidas” dentro de este prisma autárquico. 

(Debemos tener en cuenta aquí la perspectiva de genero; y cómo realmente los hombres siempre han tenido y sentido ese derecho a la hora de establecer relaciones, pero desde el prisma patriarcal solo se nos ha permitido a las mujeres en las últimas décadas)

 Se crean vínculos frágiles, persiguiendo el consumo de personas. Relaciones esporádicas que satisfacen una necesidad momentánea de aceptación externa del individuo; la libertad de huida sin tener que dar explicaciones es la premisa.

(Si quieres profundizar más sobre esto, recomiendo que investigues a Zygmunt Bauman y su teoría del amor líquido)

Surgen, curiosamente dos conceptos en estas frases anteriores muy descriptivas del sistema en el que vivimos: “individualismo” y ”consumismo”.

Socializamos dentro de un modelo y esquema basado en acumular, en poseer, que ha dejado siquiera de vernos como humanas, para ser parte de una lista, de números, de 0s y 1s, de posesiones acumulables, consumibles agradables. Las personas nos transformamos en objetos de usar y tirar. De follar y olvidar. De escribir e ignorar.

No digo que sea siempre consciente, ni que lo hagamos con mala intención, menciono esto porque creo que debemos revisarnos. ¿Hasta qué punto estamos estableciendo vínculos que satisfagan necesidades individuales y no tengan en cuenta las de la otra persona? ¿Hasta qué punto nos sesgamos y justificamos nuestras conductas egoístas en un «lo hago por ti»?

Quizás se busque inestabilidad, y se alimenten miedos porque no seamos capaces de enfrentar la incomodidad de vernos expuestos, vulnerables o abiertos a recibir daño y rechazo.

Esta realidad no tiene que ser muy obvia, no tiene porqué ser típico Don Juan que va ligando con cientos de mujeres, mientras alardea y nunca vuelve a llamarlas. (Qué por desgracia sigue ocurriendo a día de hoy, y también puede ser un gran tema en el que ahondar: lo premiado que está la «conquista» y el sexo como forma de conseguir status social para los hombres)

 Esta realidad puede esconderse.

Algunos ejemplos:

Podemos tender a decir que «no nos gustan las parejas», que «nos agobia pensar en tenerlas», que «no estamos hechas para eso»; que «preferimos relaciones más ocasionales y espontáneas». Y acabar teniendo sexo casual con personas desconocidas, pensando que esta todo bajo control, y es decisión nuestra. Pero en realidad no es más que una limitación por miedo a sentir cierto apego hacia alguien.

O podemos estar tratando de satisfacer necesidades de apego; creando relaciones con personas que están mal, que necesitan ayuda y apoyo (pensando que lo hacemos con toda la buena intención y ganas de empoderarles) y en realidad inconscientemente lo que estamos pidiendo a gritos es que alguien dependa de nosotros para poder relajarnos y no tener miedo a su partida. Pues el hecho de que se sientan mejor contigo afianza la idea de que no se irán de tu lado.

Es complejo. Es duro de reconocer, y de aceptar más aún.

Desde mi punto de vista, toda esta odisea reposa en dos conceptos.

Apego y desapego.

Pues aun pareciendo antagonistas, son mucho más que eso, son compañeros de camino, son necesarios el uno para el otro, son simbióticos, mutuales y mancomunales.


El uno sin el otro invita al MIEDO. Palabra clave que debemos tener en cuenta; pues un gran daño puede generar, tanto para el individuo, como para el colectivo relacional: 

Relacionarnos desde el miedo, limita. Pues perdemos libertad para mostrarnos, para decidir desde nuestra identidad auténtica y única.

Moldearemos nuestras conductas para satisfacer a otras personas. De este modo, entraremos en bucles de (auto)exigencias y expectativas crueles y dañinas. Generando mucha frustración con nosotras mismas, por no poder siempre ser lo perfectas que nos obligamos a ser.

También podemos llegar a frustrarnos con la otra persona, por estar limitando nuestra intuición. Esto es realmente común. Acabar atacando al exterior, especialmente si es alguien con quien convivimos a menudo, por auto-presiones que nos ponemos nosotras, mientras se las achacamos a otras personas. Sentir rabia hacia la relación, por la imagen que hemos creado en nuestra cabeza de cómo la otra persona nos juzgaría si actuásemos de cierta forma o dijésemos ciertas cosas.

O el típico miedo, super normalizado a «perder a alguien» y achacarte como culpable. Haciendo que vayamos con pies puntillas en toda interacción con la otra persona; pues cualquier evento podría ser un desencadenante a la incomodidad, la discusión o incluso a la «ruptura» (Esto es realmente común en las relaciones violentas, como las de maltrato. El abusador consigue achacar la culpa constante de toda disrupción del bienestar a la maltratada, hasta que esta entre en su juego y lo crea así. Haciendo que ella, se relacione desde el claro miedo interno a hacer cualquier cosa que pueda molestarle y generar un problema, altercado, agresión, o paliza…)

No queremos experimentar las relaciones desde la vergüenza de ser, ni desde el miedo a ocupar espacio, o a expresar emociones. No queremos huir de sentir, de compartir o de experimentar.

No queremos que nuestro entorno cercano nos genere miedo.


Teniendo esto claro, el tema está en que: 

Necesitamos saber desapegarnos para poder apegarnos bien.

Necesitamos dejar de huir de apegarnos para aprender a desapegarnos.

El rechazo al apego, desde la perspectiva actual, diría que es tan problemático como la búsqueda de dependencia tradicional.

Temer al apego, concatena una inmensidad de consecuencias. Actitudes basadas en la evitación. Seguramente acabemos poniendo barreras a una relación antes de que esas barreras tengan fundamento y razón de ser. 

Alejemos a personas que amamos, que queremos cerca, con las que nos gustaría compartir, por el miedo a una posible futura perdida de identidad, de libertad o de autosuficiencia (el pensar en futuras responsabilidades, en posibles exigencias…)

 Nos escurrimos de esa relación, que aporta bienestar para no tener que afrontar el hecho de estar verdaderamente expuesto a que ese bienestar pueda transformarse en otra cosa, quizás más incomoda. 

Nos asusta permitirnos sentir, y llegar a sentir “demasiado”. Tanto, que si las circunstancias cambiasen, y esa(s) persona(s) se alejasen, no fuésemos capaces de gestionarlo, de volver a estar bien, o de volver a encontrarnos a nosotras mismas, pero esta vez sin ellas.

Difícil de aceptar, pero si os fijáis es el comienzo del bucle: ese rechazo al apego, no es más que miedo a tener que enfrentar el desapego. Que nunca llegaremos a aminorar, pues nunca tendremos que enfrentarnos a desapegarnos, si seguimos rechazando el apego inicial. Que generará más miedo al desapego, y más miedo al apego, y más y más y más.

De este modo, con esas conductas de evitación: estamos, no solo impidiéndonos el disfrute de ese compartir concreto con esa persona, sino que además estamos chupando toda la energía en construir el camino de huida, en lugar de construirnos herramientas potentes y útiles que nos podrían servir a largo plazo en la gestión del desapego.

Al fin y al cabo, será necesario aceptar la verdadera fluidez de las relaciones, aquella que se da cuando permites a las personas entrar, y también que se vayan. No, cuando les niegas el acceso. O les echas antes de que pasen el marco de la puerta.

No somos más libres por no permitirnos depender de nadie. No somos más libres por no mostrarnos vulnerables o por no decir lo mucho que queremos a alguien.

Sino más bien nos hace dependientes de la huida. 


En el contexto actual, a veces parece más difícil decirle a alguien que te gustaría compartir muchos años con esa persona y crear proyectos a futuro, que decirle algo malo que sentimos respecto a sus conductas.

El tema de la importancia de la comunicación es muy interesante. Ha tenido una trayectoria turbia, por su ausencia. Años y años donde se normalizó, cultural y estructuralmente, la falta de esta entre matrimonios o parejas, pero llegaba a trasladarse también a padres e hijos, a amigos…

(Apunte aquí a cómo los roles de genero han castigado especialmente a los hombres en el plano emocional y comunicativo, no permitiéndoles expresarse, llorar o mostrarse sensibles; pues sería sinónimo de no-masculino, y débil. Motivo de juicio y rechazo social.)

Por suerte; tuvo, y está teniendo un rebrote de importancia en las últimas décadas. Cada vez tenemos más presente el valor de la comunicación en los vínculos, especialmente sexo-afectivos… Pero, ¿Nos hemos parado a pensar qué tipo de cosas tendemos a comunicar?

Aquellas que son necesarias para la resolución de conflictos. Aquello que me molesta, aquello que necesito. De alguna forma terminamos hablando para pedir. Pedir un cambio en la dinámica de la relación, pedir espacio, pedir cuidados…

Y, no me entendáis mal, eso es maravilloso. Estamos dejando de guardarnos emociones, y sentimos cada vez más hueco para poder comunicar desde la comodidad y de forma bastante asertiva (provocando mínimo daño) aquello que nos molesta. Es bonito que se abran esos canales de escucha comprensiva, y también que estemos dispuestas a escuchar que tiene la otra persona que pedirnos, y cómo puedo actuar en consecuencia. 

Pero hay un fallo. La comunicación sana no solo es eso. La comunicación es transmitir lo malo, y también lo bueno. Eso que asusta más últimamente. Ese cariño que le tienes. Esas ganas de verla/e momentos después de separaros, esos mensajes en WhastApp que te apetece escribirle a pesar de que no te haya contestado a los últimos que enviaste, o mandar esas lineas bonitas tipo poema que se te ocurrieron acordándote del paseo juntas.

ROMPER ese miedo a expresar cosas lindas, cosas con afecto. 

ROMPER el miedo a ilusionarte, a mostrar esa ilusión. A decir, y sentir. A no limitarte. Permitirte enamorarte y que os enamoréis, y viváis el enamoramiento con afán, con apetito y gusto.

Esa, es la barrera de la que nos desprendemos cuando acabamos con el temor al apego.

 La libertad que me da el saber que si tengo (en un futuro) que desapegarme; tendré que enfrentarme a ello. Gestionarlo con mis mil herramientas que llevo cargadas en la mochila, apoyarme en las columnas del resto de mis amigas, resguardarme en libros y lecturas. Reencontrarme en cada trago de agua, en cada emoción suscitada por esa situación. Pero estaré dispuesta a ello, para poder vivir el presente, y el ahora, sin miedo.

Y bueno, teniendo conocimiento de cuan importante será el enfrentarte a vivir el presente con las afectividades, sensibilidades y pasiones que lleguen; nos tendremos que focalizar en crear o dar fuerza a esas herramientas de desapego que nos permitirán salir indemnes, incluso con más aprendizajes de un escenario doloroso de partida y distanciamiento.


 Tengamos siempre en cuenta que es un camino complejo, lento, con subidas y bajadas. No será constante ni sencillo, habrá duelo, dolor y miedo a la exposición. Abracémonos, y cuidémonos incluso más en esos momentos, tratemos de no recurrir y recaer en la culpa y reproche. 
Además de que cada persona es un mundo, y no tengo la respuesta cierta de nada. Explórate, explota tu entorno, no te limites a consumir información externa. CREA conocimientos de ti misma, de tus mecanismos, de que te sirve a ti, de forma individual y única.

Procedo a desarrollar consejos, caminos o ideas para la creación de esas herramientas de desapego:

  • Indispensable: Construir una relación sana y de valor con nosotras mismas. De las cosas que más influirán a la hora de dejar de depender en otros, será el construir una cadena de rituales, de los que disfrutes en tu día a día, haciéndolos sola.
    • Solemos incluir a las personas en nuestros hábitos y rutinas, de esta forma cuando nos alejamos, dejan de sostenerse esos hábitos, y nos encontramos con mucho vacío temporal (que antes era tiempo de calidad con otra persona) que no sabemos rellenar con tiempo de calidad con nosotras mismas. No hablo de mantenernos ocupadas con cosas, sino con buscar series de acciones que disfrutamos de realizar, y no dependen de nadie más que de ti. Alimenta siempre esos ritos. No los pierdas. No los olvides. Pases mucho tiempo sola, o poco, estes en el momento/situación relacional que estes. Cuida, atiende y conserva tus rituales.
    • Cultiva tu propia felicidad, no les des a los demás todo el poder sobre ella, pues realmente tu tienes capacidad de potenciarla y generarla intrinsecamente.
  • Viaja. Viajar, te da una perspectiva nueva ante todo. Pero especialmente es un aprendizaje por contraste al desapego. Llegas a un lugar nuevo, donde conoces a personas, donde desarrollas relaciones nuevas y vínculos bonitos, donde incluso podrás llegar a sentirte en casa. Pero sabrás, que has de irte, que tendrá un final, y vendrán otras cosas, otros caminos, otras personas. Y eso no te impedirá explorar los lugares bellos, conocer y descubrir sin temor.
    • Además, de darte la tranquilidad de saber por propia experiencia las miles de millones de personas que hay en el mundo, y que siempre habrá nuevos círculos donde sentirte a gusto. Salir de la burbuja de círculos muy cerrados, que has mantenido durante mucho tiempo, puede ser una buena lección intuitiva para abrirte al cambio con más facilidad.

Uno tiene que ir muy lejos, para saber hasta dónde se puede ir

Heinrich Böll
  • Rodéate de personas que han investigado y meditado sobre este tema. Personas que no te hagan nunca sentir mal por necesitar tu espacio, por priorizarte a ti. Que no te trasmitan culpa por tomar decisiones independientes, y que te acompañen en tus procesos con escucha y no reproche. No debemos sentirnos responsables del bienestar del contexto, pues si nos ponemos la presión de sostenerles, nos derrumbaremos con mucho peso, y además tenderemos a creer que ellos deban sostenernos a nosotras en un futuro. Crearemos expectativas y requerimientos emocionales que no podrán sostenerse con el tiempo.
    • El sentirnos individuos que comparten con su entorno y no fusión o perdida de identidad para pertenecer al conjunto, será esencial para poder irnos sin que genere un trauma.

No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas; no la de pensar, sino dad pensamiento. La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura. ”

Miguel de Unamuno
  • Acepta el poder de la impermanencia. No con frialdad ante ella, o pasotismo, sino aceptando el movimiento, la fluidez de los caminos, de las personas y de los lazos.
  • No idealices. Pues crear una imagen mental perfecta, pero irreal de una conexión no permitirá aceptar con naturalidad la necesidad de mutación de esta.

Hay más mil consejos, y más mil formas de enfocar el desapego en otros ámbitos de la vida incluso más necesarios. Desapegarnos de nuestra identidad individual, de nuestros pensamientos, de nuestro ego. Desapegarnos de costumbres o de creencias…. Puedo escribir otro artículo entero hablando sobre esto si os interesa, con otros tips y cositas 🙂


A modo de conclusión… ¿Por qué le tenemos miedo a amar?… Porque nos asusta vernos vulnerables, porque nos asusta sentirnos expuestos. Porque el instinto de supervivencia, sumado al individualismo como teoría sociológica, nos ha hecho ver al resto como personas que pueden dañarnos y de las que debemos protegernos.

Luchemos contra esto. Luchemos por dejar de defendernos del resto y empezar a mostrarnos con simpleza y sencillez. Volvamos a la raíz de vernos, de darnos alas, de empoderarnos, brillar más junto a otras miles de luces, en lugar de apagar al resto para que tu luz destaque.

Creemos comunidades basadas en el cariño, en el amor, donde no haya más miedo.

Como escribí en mi Mi recogido de pelo revoltoso

Porque quiero que tengan la oportunidad de hacerme daño y en cambio me regalen el amor más real y profundo.

Mi recogido de pelo revoltoso. Alicia Moldes

13 comentarios sobre “¿Por qué le tenemos miedo a amar?

    1. La amistad es la locura que revoluciona, que empodera desde la confianza y tranquilidad de la unión. Amar las amistades es el apego más sano que nos encontraremos <3

  1. Tremendísimo artículo.
    Creía que no se podía arrojar más luz sobre este asunto hasta leer esto y toparme con ideas tan esclarecedoras como la de que empleamos ‘toda la energía en construir el camino de huida’ o la de que no somos más libres, sino ‘más dependientes de la huida’.
    Simplemente brillante, muchas gracias por compartirlo <3

  2. Gracias infinitas doy por haberte encontrado, Ali. No he tardado ni un minuto en ir corriendo a enseñarle este artículo a mi compañero, deseando que le llegue tan dentro como a mí. He tenido el corazón encogido desde el minuto uno. Gracias, gracias y gracias por ayudarme a encontrarme. Poco a poco voy construyendo relaciones donde me siento a gusto y soy más yo, me dejo ser. Gracias a ti entendí por qué la monogamia no estaba hecha para mí, y que debía dejarme ser libre. Nunca tuve tantas ganas y tanta fuerza para amar. Ojalá algún día te lo pueda agradecer en persona. Mucho amor para ti y para todo lo que te rodee <3

  3. Justo esta semana hablábamos con mis amigas sobre las relaciones liquidas, libres, sanas… Y al leer tus palabras ayudas a fijar ideas que entre nosotras hemos ido construyendo. Escribes con mucha precisión y sabiduría y eso te da autenticidad❤️?

  4. Solo me gustaría decirte que he llorado de emoción al leer algunas partes, ya que me he sentido profundamente identificada. Hay frases que me han tocado y me han llegado muy dentro. Gracias de todo corazón por esta maravilla, un abrazo.

  5. Me ha gustado mucho el articulo y poder reflexionar sobre este tema. Creo que todos hemos tenido que lidiar en algun momento con la perdida o el alejamiento de alguien a quien queremos y despues nos hemos cerrado en banda a entablar nuevas relaciones en las que nadar despreocupados. Me ha gustado mucho como has razonado la relacion entre la huida y el miedo a la perdida. Definitivamente, muymuychulo<3 enhorabuena

  6. Hace un par de meses emprendí en el camino de exteriorizar las cosas como las sentía, y dejar de idealizar relaciones. Porque me di cuenta que cuando conozco a alguien tengo miedo de mostrarme cómo soy por si no soy lo que espera, por si me ilusiono demasiado, por si no sienten igual que yo… Y me di cuenta de que esa no era yo, que mis relaciones (ya sea amistad, familia o pareja) se estaban perdiendo la parte más pura de lo que soy. Tener los sentimientos a flor de piel forma parte de mi esencia, y es bonito crear relaciones en las que poder comunicarte, apoyarte y sentir la libertad para hacerlo desde la parte más íntima, más mía. Me ha encantado leerte, y creo que aún tengo mucho camino por recorrer. Por lo que me encantaría leer próximamente otra entrada en la que hables del desapego.

    Muchas gracias por este contenido <3

  7. Hola Ali, estoy muy feliz de tener otro espacio en el cual encontrarte, poder leerte es diferente. Hay un tema frente a esto, cuando hablas de comunicación y no quiero que se intérprete como si no hubiera entendido lo que escribiste pero es algo a lo que me enfrentó siempre, al comunicarle a otra persona lo que necesitas y esperas de esa relación, no estás en cierto modo llevando a esa persona a hacer algo porque tú se lo pides mas no porque le nazca hacerlo? te quiero mucho y me alegra poder encontrar este espacio en el que pueda hablar de estos temas.

  8. muchísimas gracias por compartir artículos como este, creo que es un tema muy interesante que no se trata mucho pero que es muy importante. me ha gustado mucho leerte y me has hecho reflexionar mucho ya que sentido muy reflejada e identificada en muchas cosas de las cuales no era plenamente consciente y, supongo que identificarlas y reconocerlas es el primer paso para poder solucionarlas.

    muchas gracias ali, eres un sol <3.

  9. Gracias de corazón por tu tiempo y dedicación y por compartirnos algo tan íntimo y lleno de aprendizaje.
    Me gustaría compartirte mi triste realidad respecto a este tema, a la que le doy vueltas y no veo solución.
    Soy una persona con mucho miedo al apego, esto me provoca un constante malgasto de energía cada vez que comienzo a conocer a una persona que me llama la atención, ya que no me gusta (ni puedo) limitarme a la hora de expresar o demostrar mis sentimientos, pero a la vez me siento mal por hacerlo. (¿¿¡¡ Sentirse mal por cuidar y tratar bonito a alguien!!??) En mi caso no es por miedo a mi sufrimiento por un futuro desapego, si no el miedo a hacer daño a la otra persona es lo que me limita muchísimo y me hace acabar distanciándome, ya que, en mis experirncias, por algún motivo tienden a crear dependecia hacia mi, «idealizarme», querer cada vez más y más de mi tiempo y atención (hasta llegar a agobiarme) y acaban queriendo exclusividad (aunque yo desde el comienzo siempre aclaro que no quiero eso). Yo soy muy independiente y no monógama, por lo que se que con personas que no lo son, acabaré haciéndoles daño,ya que nunca podré darles esa exclusividad, tiempo, compromiso, que me demandan, y por más que sean geniales y me aporten felicidad, la responsabilidad afectiva es lo primero, y me intento alejar antes de que sea tarde, aunque duela.
    Besitos bonita.

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