A menudo habréis escuchado la siguiente frase: «conocer el pasado es importante para comprender el presente, y tener la capacidad de proyectar el futuro».
En este blog, hemos hablado largo y tendido acerca del estigma hacia el peso (la gordofobia). Esta connotación acarrea una serie de problemas a nivel de salud mental importantes para las personas que la reciben.
Por eso, en el artículo de hoy, repasaremos y reflexionaremos acerca de las connotaciones que ha tenido estar gorda para la sociedad, a lo largo de la historia. ¿Ha sido siempre así, o esta visión ha ido cambiando con el paso del tiempo? ¿Por qué surge este estigma? Si quieres saber más acerca de estas y otras cuestiones, te invito a seguir leyendo. ¡Espero que os guste!
Venus de Willendorf: Símbolo de bienestar y fertilidad.
Nos trasladamos unos 23.000 años atrás. El mundo era muy diferente al que conocemos hoy en día. Nos encontramos en pleno Paleolítico.
Las habitantes de aquel entonces se agrupaban en diferentes comunidades de cazadoras recolectoras. No estaban asentadas en un lugar determinado, ya que la escasez de alimentos era notable. Esto es así porque durante este periodo histórico, el planeta se encontraba en el final de la última glaciación (Würm). La vegetación era muy escasa. Por eso, estos grupos viajaban a lo largo de los continentes, recolectando lo que podían, tanto frutos y hojas, como carroña de animales.
Sobrevivir en estas condiciones era difícil. Aquellas personas que tuvieran una mayor facilidad para almacenar grasa a partir de los nutrientes obtenidos, tenían ventaja en ese aspecto, ya que, ante periodos de hambruna, contaban con reservas de nutrientes en su organismo. En aquel entonces estar gorda, era considerado una ventaja evolutiva, un privilegio.
En la prehistoria, también se dedicaba tiempo al arte y la creatividad, en obras de arte, de diferente naturaleza. Contamos así, con pinturas rupestres en diferentes cavernas, además de estatuillas, como por ejemplo las venus paleolíticas. Son estatuillas femeninas elaboradas a base de huesos, marfil, piedra, madera o barro.
El ejemplo más conocido de estas obras, es la Venus de Willendorf. Fue descubierta en un yacimiento de Austria. En referencia a su significado cultural, se sugiere que esta venus es un símbolo de seguridad, éxito, y bienestar.
Otra de sus interpretaciones recoge como la Venus de Willendorf era una figura de gran importancia para el grupo. No tenía los pies tallados, por lo que, no puede sostenerse por si misma. Por lo tanto, se transportaba continuamente a los nuevos asentamientos.
En referencia a su forma, destacan unos pechos, caderas y pubis voluminosas. Lleva una corona, sumada a sus trenzas, que nos impiden ver su rostro. Se considera a esta Venus un símbolo de vitalidad y la fertilidad. Valores muy preciados, ya que vivían en un contexto en el que el día a día era difícil.
Es una imagen que en la sociedad actual tendría connotaciones negativas. Sin embargo, en la prehistoria, estar gorda, estaba asociado con pertenecer a las clases altas de los grupos de cazadoras-recolectoras, y con tener más posibilidades para sobrevivir.
Desde la Edad Antigua hasta el siglo XVIII.
Esta tendencia siguió permaneció en los siglos posteriores. La aparición de la agricultura y la ganadería en el Neolítico, hizo posible una alimentación más abundante. Esto favoreció que dejásemos el nomadismo, y se formaran las primeras civilizaciones. Momentos después, comenzó la Edad Antigua.
Aunque la alimentación fuera más abundante y variada en esa época, no toda la población podía acceder a ella con la misma facilidad. La sociedad estaba diferenciada en estratos.
Las clases altas eran las que accedían a una alimentación más variada, mientras que los campesinos y esclavos se alimentaban con lo mínimo para sobrevivir, debido a las pobres condiciones en las que se encontraban.
Esto fue una constante en civilizaciones como la egipcia, griega, o el imperio romano. Durante este período, apareció la escritura, y comenzaron a realizarse los primeros ensayos sobre medicina y dietética.
Autores como Galeno comenzaron a diferenciar en sus obras entre diferentes tipos de obesidad: moderada e inmoderada. La primera es considerada como natural, mientras la segunda se califica de mórbida. Empezaron a surgir así, los primeros estigmas hacia la obesidad. Aun así, durante este periodo histórico, estar gorda era reflejo de una vida pudiente y próspera.
El auge de la religión cristiana en los siglos posteriores, y la perspectiva teocentrista del mundo afectó a la concepción que se tenía acerca de la obesidad. En el siglo V, se consideró estar obeso un pecado venial (pecado leve). Posteriormente, en el siglo VII, el papa Gregorio I consideró a la gula (apetito excesivo) como un pecado capital.
Esta fue una de las primeras ocasiones en la que se produjo un fuerte cambio en la connotación sobre lo que significa socialmente estar gorda. En aquel entonces, la Iglesia tenía una influencia increíble en la sociedad.
A través de los mensajes recogidos en las misas, se transmitía al pueblo llano, pobre y analfabeto, como debían comportarse. Hablamos de una época en la que la religión católica tenía muchísimo poder sobre la vida de las personas.
Siglo XVI-XVII, Humanismo.
Durante los siglos XV y XVI, nació un movimiento cultural que cambió el paradigma de la época. Se abandonó el teocentrismo social, para pasar al antropocentrismo. Es conocido como Humanismo, o el Renacimiento.
Durante este movimiento cultural y social, se volvió a considerar a la obesidad como imagen de bienestar. También de fecundidad y atractivo sexual. Esta tendencia continuó durante el siglo siguiente, y fue recogida en diferentes tipos de obras de arte.
Encontramos ejemplos de esto, en obras como la Venus de Urbino, realizada por Tiziano, y sobre todo en el trabajo realizado por Rubens. En obras Las Tres Gracias, Minerva Protege a Pax de Marte, o Diana y Calisto, podemos observar como la figura de la mujer se caracteriza por ser de grandes proporciones. Además irradian sensualidad. De hecho, se comenta que Rubens solo quería trabajar con mujeres que pesaran como mínimo 90 kilos.
No solo podemos observar como la obesidad estaba bien considerada en esta época, a través de pinturas, si no que también esto se hacía patente en obras de teatro. En una de sus obras (No Fear), Shakespeare, declara en una de sus líneas:
Let me have men around me that are fat. (Rodéame de hombres que estén gordos).
Julio Cesar, en obra de Shakespeare
Siglo XVIII y XIX, llega la prosperidad
Socialmente, esta percepción positiva de la obesidad continuó siendo así durante el siglo XVIII y XIX. En el XVIII, la aparición de la ilustración terminó por romper el esquema social organizado en estratos inamovibles.
En el XIX, se produjeron numerosos avances tecnológicos, como fue la revolución industrial y agraria, que permitió por primera vez en la historia, que la mayoría de la población pudiera acceder a una alimentación cada vez más abundante y variada. No pasar hambre comenzó a dejar de ser una cuestión de privilegios divinos, en occidente.
Esta concepción social no se vio modificada a pesar de que las primeras teorías de la salud y enfermedad comenzaran a surgir. Fue la primera vez en la que, de forma evidente, se definió la obesidad como un problema de salud. El momento en el que este estigma comenzó a formarse.
Concretamente, hablamos de obras como Sur l’ homme et le développement de ses facultés: essai de phisique sociale, de Quetelet, que definió por primera vez el IMC (que como sabemos ahora, es un medida que se ha quedado obsoleta). También encontramos otras obras como Corpulence, or excess of fat in the human body (1850), realizada por Chambers, en la que se recogen conceptos como la normalidad y el sobrepeso.
Aún así, durante todo el siglo XIX, el canon de belleza femenino siguió vinculado a siluetas redondeadas.
Siglo XX, llega el cambio de paradigma
Llegamos finalmente al siglo XX, el momento donde comenzó a expandirse el estigma hacia la obesidad de manera definitiva, en la sociedad. Las estructuras sociales de antaño fueron derrocadas, y nacieron las democracias occidentales que conocemos hoy en día.
La medicina americana comenzó a expandirse por todo el mundo, una vez terminó la Segunda Guerra Mundial. Ha sido la época en la que la ciencia y la medicina más rápido se desarrolló.
En cuanto al tema que nos ocupa, se produjo un giro de 180º en referencia a los cánones de belleza femeninos. De pronto, se identificó a la belleza ideal, con siluetas andróginas, es decir, de extrema delgadez, alegando motivos médicos. Todas las teorías y descubrimientos médicas de los últimos 2 siglos, hicieron que finalmente, estar gorda fuese considerado una enfermedad. Se comenzó así a culpabilizar a las personas por estar gordas. Esta visión permanece hasta nuestros días.
Cabe destacar que, en la segunda mitad del siglo XX, se produjo la tercera gran revolución alimentaria. Surgieron así los primeros precocinados, bollería industrial, producidas a base de ingredientes de baja calidad nutricional como grasas trans o azúcares libres. La producción aumentó increíblemente, ya que la industria alimentaria consiguió producir y distribuir estos alimentos de forma rápida y barata.
Esto sumado a las acciones marketing, que condicionan nuestras elecciones de compra de forma inconsciente, han terminado por hacernos desconectar de nuestra alimentación.
Las clases bajas han pasado de pasar hambre debido a que el sistema les condenaba a ello, a tener a su disposición una gran cantidad de productos alimentarios. Son asequibles económicamente hablando, su consumo es rápido, y permiten a las consumidoras no pensar en cocinar y ahorrar tiempo.
Las jornadas laborales en estos sectores de la población eran y siguen siendo excesivamente duras, tanto por duración como por carga de trabajo. Si antes se asociaba la gordura a posiciones socialmente privilegiadas, ahora sistemáticamente lo asociamos a contextos en los que las oportunidades para prosperar son menores.
Discusión
La concepción de la gordura ha ido cambiando a lo largo de la historia. Durante 19 siglos, estar gorda se asociaba a pertenecer a una clase pudiente, a tener estabilidad, y mejores condiciones de vida. Era un privilegio, debido a que nos encontrábamos en un contexto histórico donde la escasez alimentaria era una realidad palpable. La tecnología no estaba lo suficientemente desarrollada para una producción de alimentos masiva.
Irónicamente ahora, cuando tenemos más facilidades para dejar de pasar hambre (al menos en el mundo occidental), hemos demonizado el hecho estar gorda y romantizado la delgadez. Esto ha desembocado en un aumento del estrés por parte de la población, en una desconexión con nuestra alimentación y nuestra sensación de saciedad. Condiciona nuestro bienestar, tanto mental como físico. También a la manera en la que nos relacionamos con el entorno, de múltiples maneras.
Podríamos afirmar que, cualidades como el poder, la prosperidad, y la influencia social están asociados a los cánones de belleza (entre muchas otras) y posteriormente, estos cánones de belleza se asocian a la salud.
Durante diecinueve siglos, estar delgada era síntoma de pobreza, y por lo tanto mala salud. Ahora, las personas gordas suelen pertenecer a las clases bajas de la sociedad, económicamente hablando. Antes, la búsqueda de la gordura era deseable y saludable, ahora, todo lo contrario.
También podemos destacar que la nutrición como ciencia es una disciplina muy reciente, que está en continuo desarrollo, y además es quizás la ciencia más compleja. Por eso se dan numerosos vaivenes sobre los criterios de consumo de nutrientes y alimentos. En parte por la inexperiencia, en parte por presiones por parte de la industria alimentaria, que condicionan la labores de investigación.
El quid de la cuestión podría estar entonces en cuál es la verdadera definición de salud. Es una pregunta a la que se le ha buscado respuesta a lo largo de la historia en muchas ocasiones. Primero, con la teoría del equilibrio de los humores. Posteriormente, se definió la salud según la visión microbiológica, en la que la salud era considerada la ausencia de enfermedad.
Actualmente, la salud es considerada como un estado en el que influyen múltiples factores, como los físicos, psicológicos, sociales e incluso económicos.
Hace un tiempo, era una locura pensar que la tierra era redonda, y que esta girara alrededor del Sol.
Es el momento de que ocurra lo mismo con la visión que se tiene acerca de la gordura. Desvincular la salud de nuestro peso corporal. La historia nos ha enseñado como, la visión que se ha tenido acerca la gordura y los cuerpos delgados ha sido relativa, dependiendo del contexto histórico en el que nos encontrásemos.
Es ahora el momento de deconstruirnos, y dejar de ver la gordura como algo negativo.
Porque, en el bienestar y la salud, encajan una gran cantidad de cuerpos y proporciones.
Referencias:
(1) Eknoyan, G. (2006). A history of obesity, or how what was good became ugly and then bad. Advances in chronic kidney disease, 13(4), 421-427.
(2) Brown, P. J. (1991). Culture and the evolution of obesity. Human nature, 2(1), 31-57.
(3) Javier, F. LA OBESIDAD A LO LARGO DE LA HISTORIA.