¿Alguna vez te has preguntado cuánta energía consumimos a la hora de producir alimentos? ¿Cuántas emisiones de CO2 y otros gases se desprenden? ¿Hay diferencias entre las contaminación asociada a la producción de alimentos vegetales y animales?
Esta y otras cuestiones, son las que vamos a responder en el artículo de hoy, en el que hablaremos sobre la ecología de la alimentación, como siempre, basándonos en la bibliografía científica y en datos oficiales. ¡Vamos a ello!
Sistemas de alimentación
Podríamos definir los sistemas de alimentación como una red compleja e interdisciplinar encargada de suministrar alimentos a la población. Engloba procesos como el cultivo de vegetales o crianza de animales, el regadío, la posterior recogida de la cosecha, el procesado de alimentos, y por último la distribución al punto de venta.
Estas tareas son realizadas por grandes multinacionales, además de por pequeñas agricultoras y ganaderas locales. Para la realización de esta actividad, se invierten en una gran cantidad de infraestructuras y recursos humanos. También se destinan recursos naturales para poder producir estos productos y se desprenden residuos como consecuencia de esta actividad. Todo esto tiene un gran impacto a nivel medioambiental, pero también a nivel social y económico.
El suelo
Es la base de toda actividad agrícola y ganadera. Además, es una matriz viva y dinámica, en el que habitan seres vivos de distinta naturaleza, que mantienen relaciones simbióticas con las raíces de los cultivos. El terreno, puede sufrir alteraciones debido a la actividad agrícola y ganadera. Factores como el aumento de la temperatura, la humedad o la acidez afectan al suelo y a las relaciones simbióticas que se dan en el medio.
En cuanto a estadísticas, la mitad del terreno habitable del planeta, es destinado a actividades agrícolas, según Our World in Data.
Si observamos datos en España, observamos como las hectáreas dedicadas a la agricultura han aumentado en los últimos 5 años. Por otra parte, el terreno destinado al pasto del ganado, ha descendido.
(Datos recogidos en FAOSTAT).
Esto puede ser debido a la práctica de la ganadería intensiva, que consiste en el engorde antinatural de los animales de manera industrializada, para su posterior sacrificio. En lugar de estar pastando libremente, estos animales se encuentran en naves, donde apenas pueden moverse. Además es una actividad altamente contaminante, ya que en estas naves se acumula una gran cantidad de metano, y purines (residuos), contaminantes para nuestra atmósfera, suelo, y aguas.
La producción es mucho más alta que en una ganadería, pero es mucho más contaminante, además de irrespetuoso para los animales.
España es el cuarto país del mundo que más carne produce (por detrás de China, Estados Unidos y Alemania), a pesar de que el consumo de carne per cápita en España está decayendo. ¿Posible explicación? Las exportaciones a otros países (España, primer exportador de carne de cerdo a China, El Diario Vasco).
Además puede ser provocado por un aumento de la construcción de superficies artificiales en nuestro país. Son todas aquellas superficies, que para su construcción, es necesario eliminar parte de ecosistemas. Si observamos los datos… nos encontramos con esto: están aumentando de forma constante.
Esto tiene un impacto directo en la biodiversidad, debido a esto se pierden las funciones biológicas del suelo. Además, todas las especies que conviven en estos ecosistemas pueden ver afectada su forma de vida, por la fragmentación que sufren estos hábitats.
Nos encontramos por lo tanto en una situación poco deseable. Nuestro sistema alimentario está basado en la ganadería intensiva y en las exportaciones, altamente contaminantes.
Uso del agua
Es el recurso más importante para mantener la producción agrícola. Alrededor del 70% del agua corriente va destinado a la agricultura. La calidad y cantidad de agua es esencial para la correcta producción y procesado de los alimentos. Mantener la calidad del agua es esencial para preservar la diversidad de las especies que habitan en él.
La producción de alimentos puede afectar al agua de varias maneras: durante el periodo de producción, puede contaminarse debido al uso de pesticidas y residuos o a un uso ineficiente del mismo. Durante la distribución, la contaminación producida por los buques cargueros, y otros medios de transporte.
Y sí, aunque podamos pensar que los alimentos que viajan de países a otros suelen hacerlo en avión o carreteras, la gran mayoría de ellos lo hace a través del mar. En concreto, a nivel global, casi el 60% de los alimentos que viajan entre continentes o países lo hacen a través del mar. Una muestra más del impacto que tienen las exportaciones para la calidad de nuestros mares y océanos.
El combustible utilizado por estos barcos es el fuelóleo pesado. Tiene un alto contenido en óxidos de azufres y CO2. Este gas es altamente contaminante, además de mutagénico para las personas que lo respiran, aumentando el riesgo de padecer cáncer u otras enfermedades. Las costas de los países mediterráneos como Italia, España o Grecia, son las que más expuestas están a la contaminación producida por este gas.
En referencia a la cantidad de agua utilizada, los alimentos de origen animal son aquellos que necesitan una mayor cantidad de agua para su producción. Además, la diferencia entre estos grupos es muy evidente.
Carnes como el vacuno o el cerdo necesitan un total de 15415 litros por kg, y 5988 litros/kg de producto, respectivamente. Para producir alimentos de origen animal, son necesarios y 3178 litros por kilogramo. Por último, alimentos vegetales como puede ser la manzana requieren 822 litros por kilogramo. Esta suele ser la tendencia en todos los alimentos vegetales, por lo que su producción es mucho más sostenible.
Es un factor a tener muy en cuenta, ya que, debido al cambio climático, cada vez el clima es más extremo y seco, por lo que en los países que se caractericen por una frecuencia de precipitaciones bajas, contarán con un mayor riesgo de sequías. Estas sequías no solo nos afectan a nosotros, sino también a todos los seres vivos que habiten en ríos, lagos o pantanos.
Además, la extracción ilegal de aguas subterráneas para la actividad agrícola y ganadera, acrecienta el problema. Estas reservas pueden ser útiles en un futuro no muy lejano, ya que son un alternativa de abastecimiento, como consecuencia de las sequías en las aguas superficiales. Desgraciadamente, en zonas como Andalucía, es muy común la realización de estas actividades. Estos delitos no son perseguidos por las autoridades con la suficiente insistencia.
Para el sistema alimentario debería de aumentar la producción y procesado de alimentos vegetales, en lugar de apostar por los de origen animal, para que las generaciones futuras puedan disfrutar de nuestro planeta en buenas condiciones.
Pesticidas
El uso de pesticidas y agroquímicos para la producción agrícola tiene un gran impacto en la ecología. Son utilizados por las grandes multinacionales, para controlar plagas de manera más eficaz. El problema está en que el uso de estos agroquímicos afecta la calidad del producto, al medioambiente y a nuestra propia salud.
Hay evidencias científicas acerca de que los productos ecológicos, que prescinden de este tipo de sustancias durante la etapa de producción, tienen mejores propiedades organolépticas que los alimentos «convencionales».
A nivel medioambiental, la contaminación de aguas y terreno como consecuencia de los pesticidas, produce alteraciones en los ecosistemas y contaminación de acuíferos.
Según datos proporcionados por la FAO, en España en 2018, se han utilizado un total de 61000 toneladas de pesticidas, no son datos muy alentadores para el futuro del planeta.
Emisiones
Quizás este sea el apartado más importante e interesante. La emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera es el principal culpable de la rápida evolución del cambio climático en nuestro planeta. ¿Cuál es el papel de la alimentación?
Las emisiones de gases por parte de la actividad ganadera asciende a 16.3. Es decir, por cada kilogramo de carne producido en España, es necesario desprender a la atmósfera ¡16,3 kilogramos de CO2!
Mientras tanto, si observamos los gases desprendidos a la atmósfera por alimentos de origen vegetal, como son los cereales, encontramos lo siguiente: por cada kilogramo de cereal producido, se desprenden un total de 0,35 kg de CO2. La diferencia es abismal. Sin tener en cuenta el metano, que contribuye aún más que el CO2 en el incremento del efecto invernadero.
Incluso, productos de origen animal como la leche de vaca, tienen unas emisiones de CO2 significativamente menores, en este caso, 0,46 kg de CO2 por kg de producto.
Eutrofización
Por último hablaremos sobre la eutrofización. Es la contaminación de ecosistemas y aguas debido a excesos de nutrientes, principalmente fosfatos y nitratos.
Se produce por el uso de fertilizantes químicos, que se utilizan para aportar nutrientes al suelo donde son cultivadas las plantas, y también por los excrementos de animales, que son ricos en estos nutrientes. Si no son bien gestionados, pueden filtrarse en el suelo. También a ríos y mares.
Estos elementos son tóxicos para muchos animales y además acentúan la proliferación de otros seres vivos que degradan ecosistemas acuáticos. Si estáis interesadas, podéis investigas sobre el algal bloom.
Según las estadísticas presentadas por FAOSTAT en España se desprenden un total de 460.000 toneladas de fosfatos, y parece que, tras una subida constante, la tendencia es descendente.
Como podemos observar, una vez más es la producción de alimentos de origen animal los que generan más residuos tóxicos para nuestro planeta.
¿Qué podemos hacer?
Las grandes multinacionales de la industria alimentaria, sacrifican al medioambiente, a cambio de una alta productividad y mayores beneficios económicos. Los principales indicadores de impacto medioambiental han aumentado en los últimos años, lo cual no es algo esperanzador. Entonces….. ¿qué podemos hacer como consumidoras para intentar darle la vuelta a la situación?
En primer lugar, consumir alimentos ecológicos, al menos en la medida de nuestras posibilidades, es una opción más que recomendable. Este método de agricultura y ganadería, prescinden de pesticidas y fertilizantes químicos, apostando por alternativas orgánicas.
Podemos adquirir estos productos a través de grupos de consumo, o tiendas ecológicas. Además así apoyamos al comercio local, por lo que reducimos el impacto medioambiental que conlleva el desplazamiento de los alimentos a los diferentes puntos de venta. No buscan enriquecerse, sino poder brindar a la comunidad de alimentos de calidad, que benefician a nuestra salud y también a la salud del planeta.
Otra conclusión que podemos sacar acerca de los datos de impacto medioambiental, es que la producción y el consumo de alimentos vegetales es mucho menos contaminante para el planeta que los animales. De hecho, esta una de las razones por las que las personas deciden ser vegetarianas o veganas. Así, reducimos el impacto que nuestra alimentación tiene en el medio ambiente. Es un modelo de alimentación, que, como hemos visto en otras entradas, es totalmente saludable, siempre que suplementemos con vitamina B12.
El conflicto climático en el que nos encontramos es complejo. Una gran cantidad de variables y factores han contribuido a que alcancemos esta situación. Lo único que podemos hacer es controlar nuestro contexto, e influir en nuestro círculo social para que sean más conscientes de lo importante que es cambiar nuestros hábitos de consumo, y mantener la salud del planeta.
Y…. esto es todo por el artículo de hoy, espero que os haya parecido interesante conocer cuál es el impacto medioambiental del sistema alimentario actual, con cifras concretas. ¡Nos leemos en próximas lecturas!
Referencias:
(1) FAOSTAT
(2) Hannah Ritchie (2020) – «Environmental impacts of food production». Published online at OurWorldInData.org. Retrieved from: ‘https://ourworldindata.org/environmental-impacts-of-food’ [Online Resource].
(3) Krishnan, P. (2009). Environmental impact of food production and consumption. Future Challenges of Providing High-Quality Water-Volume II, 170.
(4) Hajer, M. A., Westhoek, H., Ingram, J., Van Berkum, S., & Özay, L. (2016). Food systems and natural resources. United Nations Environmental Programme.
(5) Manzoor, J., Sharma, M., & Wani, K. A. (2018). Heavy metals in vegetables and their impact on the nutrient quality of vegetables: A review. Journal of plant Nutrition, 41(13), 1744-1763.
(6) FOOD SYSTEMS AND NATURAL RESOURCES, International Resource Panel.
(8) Rojas, A. E., & Ibarra, J. (2003). La degradación del suelo y sus efectos sobre la población. Población y Desarrollo, (25), 5-10.