Datos generales
Actualmente en España alrededor de 400.000 personas padecen algún tipo de trastornos de la conducta alimentaria, según cifras publicadas en inicios de 2019. Estas alteraciones comprometen el estado de salud de las mismas. Tanto emocional, como espiritual y corporal.
En una serie artículos, vamos a tratar los diferentes aspectos o factores que engloban a los TCA.
En el primero de ellos (aquí y ahora), trataremos de dibujar un plano general acerca de los diferentes tipos de TCA existentes. Reflexionaremos sobre las causas que contribuyen en su desarrollo, para poder así realizar acciones de prevención más efectivas. Si estas interesada en este tema, dedícate un tiempo y acompáñame en este viaje.
Tipos de TCA.
Los TCA más conocidos, son la anorexia nerviosa (AN) y la bulimia nerviosa (BN). Según los criterios de diagnostico del DSM5 (manual de psicología). Se caracterizan, por una reducción de la ingesta de alimentos, a través de la privación (AN). También se pueden llevar a cabo «acciones purgativas», como el uso de laxantes o vómitos provocados (BN). La principal diferencia entre las dos es la presencia o no de estas acciones. Es común que durante el padecimiento de este tipo de TCA, se lleven a cabo ambas conductas.
El trastorno por atracón, por otra parte, se caracteriza por ingestas elevadas y compulsivas de comida. No tiene por qué haber en una bajada de peso.
Estos comportamientos pueden desembocar en déficits nutricionales. Tanto de macro, como micronutrientes, que tienen como resultado una deterioro o pérdida de funciones fisiológicas de diferente índole. A esto se le suma la dificultad de poder llevar una relación saludable, consciente y estable con el entorno que nos rodea. Pueden desencadenar problemas de salud graves, si no se actúa a tiempo.
Otros trastornos de la conducta alimentaria que pueden ser menos conocidos, y en los que de hecho hay controversia sobre si considerarlos TCA o no en la comunidad psiquiatrica, son la vigorexia y la ortorexia. Actualmente están incluidos en el DSM-5.
La vigorexia (o dismorfia muscular), suelen aumentar sobre todo la cantidad de alimentos que ingieren. Además, abusan de suplementos o esteroides de diferente naturaleza, además de practicar ejercicios de musculación de forma obsesiva. Debido al objetivo de desarrollar un cuerpo musculoso.
Por otro lado, aunque el concepto de ortorexia nos pueda resultar novedoso, es un trastorno de la conducta que ya fue notificado por doctores desde 1996 en los EEUU.
Se caracteriza por una preocupación excesiva a la hora de comer alimentos saludables. Esta alteración del comportamiento alimentario es el percibido como el «menos grave» por parte de la sociedad o la comunidad sanitaria, ya que no necesariamente implica la aparición de deficiencias nutricionales o problemas de salud corporal. Aun así, puede llegar a relacionar con la anorexia.
Las relaciones sociales se ven comprometidas si los alimentos que se consumen no son los considerados saludables, pudiendo desembocar en un aislamiento social autoimpuesto.
Quiénes y por qué
Según la estadística, la edad comprendida de las personas que padecen TCA oscila entre los 16 y los 35 años (de forma generalizada, atendiendo sobre todo a la anorexia nerviosa, bulimia, y trastorno de atracón).
Los últimos metaanálisis muestran que la prevalencia de los diferentes TCA a nivel global, ha aumentado en los últimos años. Desde los años 2000-2006, se estableció una prevalencia de 3.5%, mientras que desde 2013 a 2018, la prevalencia a alcanzado el 7.8%. Además, cada vez más estudios señalan datos como que el TCA se asocia con mayor fuerza a la causa de suicidio que la esquizofrenia, trastorno bipolar, o sufrir acoso escolar.
La proporción que suele observarse entre mujeres y hombres de anorexia nerviosa y bulimia es de 8/10♀-1♂ (dependiendo de los datos que se observen).
Los datos en cuanto a anorexia o bulimia en hombres son difíciles de estimar porque el número de caso reportados se piensa que es menor. Puede ser debido al concepto de masculinidad que impera actualmente, ya que los hombres que padecen este tipo de dificultades, evitan acudir a especialistas por miedo a ser estigmatizados por ello.
En cuanto a la vigorexia y ortorexia, al haber sido incluidas por la APA recientemente en el DSM-5, hablar de estadísticas sólidas es más complicado, ya que los criterios de diagnóstico están recién introducidos. En 2017, un estudio publicado señaló que al menos el 1% de los universitarios de los EEUU, han acudido al sector sanitario por motivos de salud derivados de la ortorexia. Las diferencias en cuanto al género son menos apreciables.
En el caso de la vigorexia, se estima que un millón de personas en los EEUU lo padecen. La proporción en hombres es mayor que las mujeres, debido al concepto de masculinidad establecido en la sociedad occidental, siendo un físico musculoso el pilar fundamental donde se sustenta.
¿Genética o ambiente?
La comunidad médico-científica ha expuesto diferentes teorías acerca de por qué suceden los TCA, cuál es el motivo que desencadena esta cascada de decisiones, que puede resultar tan dañina para nuestra vida, en vistas a mejorar el tratamiento y la prevención.
En un principio se le dió enfoque biológico, en el que se sostenía que la genética tiene gran parte de culpa. Sin embargo, esta visión ha quedado obsoleta y no llega a explicar gran cosa. Porque sí, la genética puede influir, pero eso no quiere decir que estemos condenadas a padecer enfermedades, o TCA de cualquier tipo.
La genética no se puede entender sin el ambiente. A través del desarrollo científico y los avances en el campo de la epigenética sabemos que, aunque podamos tener predisposición genética a padecer diferentes enfermedades, si se controlan los factores ambientales que desencadenan tales patologías, no llegamos a padecerlas.
Por lo tanto, es ridículo hablar de factores biológicos o genéticos en el caso del TCA, del mismo modo que lo es hablar de cronicidad. No es algo que la persona sea, sino un conjunto de conductas que la persona adquiere o implementa debido a la imposición social estética (Gordofobia y cultura de la dieta).
El principal factor es el ambiental, que desencadena toda esta respuesta, y sobre el cuál hay que realizar intervenciones prevención.
Construcción de la imagen corporal
Somos las jóvenes las que podemos llegar a experimentar problemas con la alimentación con mayor probabilidad, según los datos recientes. Nuestra generación ha crecido con la revolución de las redes sociales, además de un modelo económico basado en la inmediatez y en la superficialidad. O mejor dicho, esta revolución ha crecido con nosotras. Esto ha condicionado nuestras vidas.
La imagen corporal es una construcción multidimensional, en la que se engloban factores como la familia, los medios de comunicación o el entorno social. En el caso de la sociedad occidental se caracteriza por un cuerpo delgado en mujeres, y musculoso en hombres.
Los medios de comunicación tienen una influencia enorme en la idea que tenemos de cuerpos válidos. Constantemente somos bombardeados con información, dictándonos prácticamente como debe de ser nuestra vida. A través de el marketing, la publicidad, e incluso programas de televisión, o películas que consumimos, se define como debe ser las proporciones y la forma del «cuerpo perfecto».
Todo esto contribuye a que se desarrolle dismorfia corporal. Vemos nuestro cuerpo diferente a como es realmente.
Durante esta etapa vital, es común escuchar o recibir comentarios negativos acerca del peso corporal (ya sea incentivando la bajada o el aumento del peso) en el entorno familiar, lo que poco a poco va minando en nosotras, construyéndose así inseguridades sobre nosotros mismos. Poco a poco una visión superficial y corpórea sobre la vida se va abriendo paso.
Conforme crecemos, pasamos de un entorno principalmente familiar, a un entorno social. En este caso, los comentarios dejan de surgir de la preocupación, convirtiéndose en burlas.
Según la revisión publicada por Marjorie J. Hogan ‘Body Image, Eating Disorders, and the Media’, los adolescentes que suelen sufrir este tipo de burlas, tienen una mayor probabilidad de realizar acciones «compensatorias» acerca de su peso. Intentando así encajar en el grupo, para dejar de ser objetivo del acoso.
Por lo general, se presiona, a perder peso en el caso de las chicas, y a ganar músculo a los chicos. Esto puede desencadenar un TCA de diferente naturaleza.
Los juicios hacia los chicos suelen desaparecer con el paso del tiempo, mientras que en el caso de las chicas, los comentarios se incrementan. Esto es un indicativo más de la sociedad patriarcal en la que vivimos.
En definitiva, según el sistema socio-cultura actual, se asocia una determinada figura corporal al éxito, a través de diferentes puntos de entrada distintos, lo cual nos acaban condicionando. Esta realidad es más apreciable en las chicas, ya que los conceptos de éxito personal, profesional y social están asociados con cuerpos delgados. La presión ejercida por parte del sistema es mayor.
Todos estos factores condicionan como nos vestimos, cómo y qué comemos, y en última instancia nuestra salud: espiritual, psicológica y física.
Abrazar la diversidad
Para prevenir que cada vez más personas sufran este tipo de problemas, es importante educarnos a nosotras mismas y a nuestro entorno. Tomar conciencia sobre el poder de influencia que tienen los medios de comunicación, para así evitar que estas asociaciones se produzcan.
Tenemos la suerte de que en los últimos años, la forma de acceder al contenido audiovisual ha cambiado. Tenemos mayor poder de decisión, ya no estamos «obligados» a consumir lo que se emita en la televisión, tenemos más alternativas. De hecho, cada vez optamos más por pasar nuestro tiempo en plataformas de streaming, leyendo a través de redes sociales como Twitter o Instagram, o viendo videos de diferente temática en Youtube o TikTok, etcétera. Y este poder tenemos que aprovecharlo.
Es importante inculcar el pensamiento crítico, y tener en cuenta que los medios de comunicación (incluyendose también, el consumo de obras audiovisuales, o ‘role models’ que seguimos en las redes sociales) tienen intereses políticos, económicos, ideológicos, además de que están influidos por la sociedad gordofóbica y misógina en la que se han educado. Aquello a lo que nos exponemos, moldea nuestra realidad, valores, actitudes…
A quien le cedes o regalas tu tiempo y tu consumo le estás dando recursos, autoridad. Lo estás empoderando. Y estás contribuyendo al triunfo de nuevos modos, formatos que crecerán, y marcarán el ocio y la educación a receptores de nueva generación.
Antoni Daimiel, periodista.
Es clave tener esto claro para poder realizar mejores elecciones, y optar por contenido que promuevan la diversidad de los cuerpos, diversidad sexual, racial… deconstruyendo así los cánones de belleza o roles de géneros actuales y conseguir que las nuevas generaciones crezcan en un ambiente donde se respire amor propio, tolerancia, empatía y respeto.
Tenemos que abrazar la diversidad. Somos ÚNICAS, no diferentes. Es algo que todas tenemos en común.
Referencias
(1) What Are Eating Disorders?, APA. https://www.psychiatry.org/patients-families/eating-disorders/what-are-eating-disorders
(2) Types of eating disorders, FREED. https://www.freedeatingdisorders.org/patient-family-support/types-of-eating-disorders/
(3) Orthorexia: Statistics, Causes, Signs, & Symptoms, The Refuge. https://www.therefuge-ahealingplace.com/eating-disorders/orthorexia/effects-symptoms-signs/
(4) Body Dysmorphic Disorder: A Struggle For Men Too. Eating Disorder Hope. https://www.eatingdisorderhope.com/treatment-for-eating-disorders/special-issues/men/muscle-dysmorphia-in-men-is-an-eating-disorder
(5) Body Image, Eating Disorders, and the Media, Marjorie J. Hogan et al., 2008.
(6) In Depth: Eating Disorders in Men, The Emily Program, 2017. https://www.emilyprogram.com/blog/in-depth-eating-disorders-in-men/