A lo largo de este mes hemos ido escribiendo las diferentes etapas por las que pasamos con un TCA.  Este es el último de esta serie (si no has leído los previos, aquí puedes hacerlo: parte 1, parte 2, parte 3). 

En el artículo anterior hablamos sobre la importancia de la restauración del peso y de la culpabilidad y miedo que esto genera; emociones que señalan que vamos por el buen camino. 

Pero… ¿Qué puede venir después?


Pérdida de la identidad

Cuando sufrimos un TCA nos creamos una identidad alrededor de él, creamos una serie de hábitos, de pautas y de pensamientos que giran entorno a él. Desde el deporte que hacemos hasta las amigas que tenemos, pasando por cómo nos vestimos, qué comemos, cómo nos relacionamos con otras y con nosotras mismas y un largo etcétera.

Al ir desvinculándonos del TCA también nos vamos desvinculando de esa identidad que tenemos asociada a él. Proceso que puede llegar a ser muy doloroso e incierto, a menudo nos sentimos desorientadas y con una sensación de vacío; esto se debe a que realmente estamos perdiendo (aunque realmente estamos matando concienzudamente) esa identidad, estamos dejando esos hábitos con los que nos identificamos y, si renunciamos a eso. ¿Quiénes somos? ¿Qué hay debajo de todo este control autoimpuesto?

En ese punto debemos descubrirnos: qué es lo que realmente nos gusta, qué nos apasiona, qué nos mueve y nos llena de energía. Ya no hay un TCA que controle nuestro día, que nos diga qué hacer en cada momento. Ahora somos libres, pero “debemos“ saber qué hacer esa libertad. 


Neutralidad

La doctora Kite Lindsay coautora junto con su hermana del libro «más que un cuerpo» y directora de una organización con objetivo de redefinir la belleza, nos cuestiona en esta charla TDEx si realmente los objetivos del bodypositive son los idóneos. Personalmente es una charla que nos ha impactado mucho y recomendamos que la veáis entera.

Os dejamos aquí algunas frases que son especialmente clave:

“Las empresas han trabajado para mejorar la imagen corporal de las mujeres transmitiendo el mensaje de que “todas las mujeres son bellas, debilidades y todo”. Este es un mensaje realmente agradable, pero no está solucionando el problema. Las niñas y las mujeres no solo sufren por los estándares inalcanzables de belleza. Están sufriendo porque están siendo definidas por el concepto de belleza. Primero son un cuerpo y segundo una persona. Así que, en vez de trabajar para asegurarnos de que los cuerpos de las mujeres sean vistos como bonitos, debemos enfocarnos en que las mujeres sean valoradas como personas y no como cuerpos”.

“Imagen corporal positiva no es creer que tu cuerpo se ve bien, es saber que tu cuerpo es bueno independientemente de cómo se vea”

“Somos más que objetos, que belleza o que un cuerpo”

“La auto-objetivación es el proceso de monitorear su cuerpo desde la perspectiva de un extraño, imaginarse cómo nos vemos todo el día, incluso cuando nadie nos está mirando”

«Mi cuerpo es un instrumento no un adorno”


Crear recursos

Vamos a imaginarnos una caja con una pegatina en la que pone “recursos”. 

Esta caja es muy importante que esté llena porque nos ayudan a entender que nuestra identidad verdadera es mucho más valiosa que la del TCA.

Vamos a ir tirando de ellos para conectar con nosotras mismas en esos momentos difíciles, de dudas y de dolor. Al mismo tiempo que nos van a ayudar a forjar esa nueva identidad y a descubrir quienes somos. 

Estos recursos son muy variados y dependerán de cada persona, por ejemplo, pueden ser: compartir con amigas, pintar, cantar, cocinar, bailar, aprender, pasear, meditar, divulgar, escribir… y un larguiiisimo etcétera.


Ejemplos de cambios en tu vida

Ahora, os vamos a contar ejemplos de prácticas o pensamientos que pueden cambiar a partir de recuperar tu libertad:

  1. Deporte: nos alejamos del deporte por obligación y pasamos a practicar deporte por disfrute del mismo. No buscas nada más allá del propio hecho de disfrutar ese rato.
  2. Relaciones sociales: al tener más confianza y autoestima valoramos mejor nuestro tiempo y energía. Invertimos en aquellas personas que nos aportan y valoran. Establecemos relaciones mucho más sanas y sin dependencia. 
  3. Ocio: podemos disfrutar de la comida familiar o del picnic con amigas sin ningún tipo de preocupación por “comer mucho” o tener que llevar nuestra propia comida. No decimos “no” a un plan por miedo a comer o a que vean nuestro cuerpo (nos encanta nadar en el océano o sentir el río acariciando nuestra piel).  
  4. Bienestar: vivimos en paz con nosotras mismas, ya no necesitamos checkear en el espejo 20 veces cómo está nuestra barriga o si tenemos unas bonitas curvas. Nuestra mente descansa y deja de preocuparse obsesivamente por cómo nos vemos.
  5. Redes sociales: las comparaciones con otras mujeres dejan de ser nuestro menú diario. Nos alejamos de cuentas de “adelgaza” “pierde peso” y “recetas saludables” y comenzamos a seguir cuentas de mujeres vulnerables y abiertas a mostrar su realidad.
  6. Ayuda: no escondemos nuestro pasado, somos capaces de contarlo y llegar a otras chicas que estén pasando por algo parecido. 
  7. Comida: con amor, agradecimiento y disfrute. No hay culpa ni remordimientos, no pensamos todo el día sobre la comida. No domina nuestro día ni nuestro bienestar, pasa a un segundo plano. Conectamos con nuestra saciedad. Nos escuchamos. Nos nutrimos. 

Estos, son algunos de los muchos que podemos experimentar y descubrir. No todas compartimos los mismos, y ¡¡menos mal que cada una es diferente!!


Conclusión

El TCA nos va a acompañar toda nuestra vida, nos a hecho ser quienes somos ahora.

Aprendemos a vivir sin él. Nos imponemos. Recuperamos a nuestro ser más interno. Y hacemos al TCA un amigo más, del cual hemos aprendido mucho. Muchísimo. Lo usamos como herramienta para desarrollarnos y forjar una nueva identidad.

 El cuerpo del TCA se nos queda pequeño.

Y sí, duele, es largo y difícil. Para dar espacio a esta nueva identidad debemos abandonar la otra. Supone cambiar todo nuestro comportamiento. Aceptar a otro cuerpo. Aprender a amar lo que hemos odiado durante mucho tiempo. Enfrentarnos a lo más temido. Soltar las riendas y perder el control. 

Merece la pena. 

Y merece el perdón. 

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