¿Sabíais que cada año se sacrifican 50 mil millones de pollos, 1,5 mil millones de cerdos y casi mil millones de vacas, ovejas y cabras?

En España se consumen de media 100 kilos de «carne» por persona al año. Esa cifra se traduce a 275 GRAMOS DIARIOS. La SENC (Sociedad Española de Nutrición Comunitaria), sitúa la recomendaciones de consumo en 300-400 gr A LA SEMANA.

Esto refleja la realidad de que España es y será un país tradicionalmente carnívoro. Muchos de los platos típicos de la gastronomía Española contienen productos de origen animal, y en gran parte de los hogares no se concibe el día a día sin estos.

Sin embargo, en los últimos años, el vegetarianismo y el veganismo han ido ganando muchísima fuerza, siendo cada vez mayor el número de personas que adquieren estos hábitos. En la lectura de hoy, vamos a analizar cómo influye a nivel social y psicológico llevar este estilo de vida en nuestra sociedad actual.

Identidad propia

Son muchos los motivos por los que una persona puede empezar a llevar una alimentación vegana. Ya sean éticos, de salud, medioambientales, religiosos… Tras leer a varios autores hablar sobre el tema, los motivos más frecuentes suelen ser los éticos y los medioambientales.

Sin embargo, hay un factor que destaca por encima de todos, e incluso se podría decir que los engloba en uno mismo: La identidad propia.

En uno de los artículos que leímos, se hablaba en profundidad sobre este concepto y cómo influía a nivel psicológico.(1) Una de las conclusiones más interesantes que extrajimos, fue que cuando alguien decide hacerse vegana no lo hace de manera espontánea. Los seres humanos analizamos constantemente todo lo que hacemos, pensando si algo está bien o no, y formando en base a eso un juicio de valores, y un sistema de creencias.

En el momento en el que una persona comprende que situaciones como el maltrato animal no están bien, y no quiere que formen parte de sus valores, en ella se produce un cambio. Y no solo un cambio en el estilo de vida, sino en su forma de ver ese tipo de problemas. Es en base a eso en lo que se sustenta el término de identidad propia, ya que la persona percibe este estilo de vida como suyo al 100%, por lo que sin él no se sentiría ella misma.

Llegadas a este punto, es importante entender que ser vegana o vegetariana no es solo pensar en eliminar ciertos productos de nuestro día a día. Nuestra alimentación es parte de nuestra cultura y nuestra forma de ser, y por tanto influye en cómo nos relacionamos con nuestro entorno y nosotras mismas. Es por ello, que comer está muy lejos de ser un simple acto biológico, tiene muchísimos componentes psicológicos y sociales. Esto provoca que muchas veces este estilo de vida puede afectar a la calidad de nuestras relaciones.

Cómo afecta a nivel psicológico

A nivel psicológico, puede ser muy agotador ser vegana o vegetariana. Muchas de las personas que lo son, en ocasiones se sienten cansadas. Sobre todo en un entorno con gente con la que no tienen confianza. Donde experimentan un continuo acoso con una metralleta de preguntas y argumentos sin sentido:

«¿¿¿Perooooo, y la proteína???», «¿¿¿Y tú estás segura de que no tienes ningún déficit???» «Pero es que si no nos comiéramos esos animales no existirían» «Pues mi primo lo fue 1 semana y casi se muere» y un largo etcétera…

Si eres vegana o vegetariana seguramente habrás sentido que es como tener conversaciones en bucle, en las que es inútil explicarles el por qué de TU decisión.

Muchas veces es como vivir en una continua lucha que no buscas, tú simplemente quieres cambiar tus hábitos para conseguir un mundo mejor, y lo único que encuentras es gente tratando de decirte lo que tienes que hacer con tu vida.

Para una persona que está empezando en el veganismo y no está acostumbrada a tal presión, este tipo de situaciones pueden ser muy destructivas, generando un gran miedo en ella. Esto les hace sentir que están haciendo las cosas mal, creando una enorme inseguridad que puede desencadenar en malas relaciones con la comida.

REFLEXIONEMOS SOBRE EL BIENESTAR PSICOLÓGICO…

Pese a todo lo anterior, el veganismo y vegetarianismo también pueden llegar a ser muy útiles para el bienestar psicológico de las personas. Para la documentación de esta lectura, dimos con una tesis doctoral de una autora llamada Jacqueline Mary Irene Torti.(2) En ella, Jacqueline trata el bienestar social y psicológico en las personas vegetarianas.

Hay un capítulo en el que se habla de las características que logran conseguir el llamado bienestar psicológico, las cuales se enumeran en: la autoaceptación, las relaciones positivas, la independencia, los propósitos en la vida y el crecimiento personal, entre otras. Pensad esto durante un momento: cuando una persona decide hacerse vegana en base a su juicio de valores, ¿No se está liberando de una enorme carga de conciencia? Ella empieza a ser consciente de que ya no es más cómplice de todo ese sufrimiento, y eso le otorga no solo una gran autonomía, sino un enorme crecimiento personal. Además, aprende a diferenciar qué personas son las adecuadas para crear relaciones positivas, alejándose de círculos en los que no paran de juzgarle e increparle.

Lo cierto es que el veganismo puede ayudar a conseguir un estado bienestar psicológico, además de un sentimiento de libertad, al saber que no eres partícipe de un mundo más cruel.

Cómo afecta a nivel social

Quizás este sea el aspecto más difícil con el que tienen que lidiar las veganas y vegetarianas. La identidad propia de la que hablamos previamente, es un arma muy poderosa. Una herramienta que nos permite crear una imagen de nosotras mismas acorde a nuestras creencias. Y esa identidad tan útil y necesaria, en esta sociedad taaan cruel y carnívora puede ser un valiosísimo escudo.

Es increíble la cantidad de veganas y vegetarianas que tienen que aguantar comentarios como «el veganismo es una secta» o «no vas a cambiar el mundo por dejar de comer carne». Todo esto dicho en un tono despectivo y con claras intenciones de hacer daño.

Son muchas las que llegan a sentirse desplazadas y excluidas a la hora de realizar ciertos planes. La poca flexibilidad y empatía que muestran algunas personas, hace que en algunos casos quedar para comer sea una auténtica tortura para el colectivo vegano.

Problemas también presentes en muchas reuniones familiares. Sobre todo en fechas señaladas, como las cenas de navidad, donde si eres vegana probablemente tendrás una de las peores noches de tu vida.

Son situaciones muy delicadas que pueden poner en peligro las relaciones emocionales con amigos y familiares, y hacer que el entorno en el que estén sea cada vez más tóxico.

Incluso, todo este cúmulo de sensaciones, puede hacer que en situaciones muy comprometedoras a nivel social, haya personas que recurran al consumo de animales para evitar sentirse desplazadas.

En relación a esto, la tesis previamente mencionada analizaba un estudio realizado en personas vegetarianas. En él se les preguntaba a los participantes si en algún momento habían consumido carne por compromiso social. Es curioso ver como la mayoría de los entrevistados respondían que no, ya que para ellos sería imposible. Su juicio de valores y su identidad, eran mucho más poderosos que esa presión social.

En resumen, aunque ser vegana pueda tener repercusiones a nivel social, gran parte de la comunidad entiende que la decisión que han tomado, está incluso por encima de la presión. Adoptando este estilo de vida como una manifestación de su ética. Como su propio ser.

Incluso, muchas de estas personas acaban formando grupos entre ellas. El veganismo permite a estas personas encontrar gente con juicios de valores similares, creando así entornos en los que no van a ser juzgadas ni acosadas constantemente. La importancia es tal, que se pueden llegar a usar como terapia, ya que resultan muy útiles para dar apoyo emocional.

Experiencias personales

Para esta lectura, no solo quisimos informarnos a nivel científico, ya que pensé que es importante indagar en las experiencias personales, adquiriendo así una visión mucho más humanística.

Por ello, decidimos hablar con varias amigas que son veganas. Les preguntamos cómo se encontraban anímicamente tras llevar un tiempo con estos hábitos alimentarios, y cómo les había afectado a nivel social y psicológico.

Todas coincidieron en que se encuentran mucho mejor que cuando comían carne, y no solo físicamente, sino moralmente. Al principio les costaba y echaban de menos ciertos alimentos, sin embargo, con el paso del tiempo ya ni piensan en ello. Han creado unos hábitos, asumen el veganismo como estilo de vida, y aseguran que no podrían volver a una dieta omnívora sabiendo todo lo que hay detrás. Una reflexión que va en la línea de lo que comentaba anteriormente, y es que parece existir una ‘imposibilidad moral’ generada con el tiempo y basada en el juicio de valores de cada una.

Durante el diálogo, una de nuestras amigas planteó un enfoque muy interesante: En su experiencia, el veganismo le ha hecho darse cuenta de lo mal que funciona el mundo y nuestro modelo de consumo actual. Y que pese a que mucha gente no quiera verlo, la realidad es que el maltrato y la explotación animal existen y están muy presentes. A nivel personal le reconforta no formar parte de eso, pero le preocupa darse cuenta de el egoísmo tan presente que hay en nuestra sociedad.

CONFLICTOS A NIVEL SOCIAL

Todas coinciden que lo más difícil es lidiar con las reuniones con familiares o con personas ajenas a sus círculos más cercanos.

Aseguran que la mayoría de estos conflictos, son generados por alguien que hace un comentario sobre sus hábitos sin tener ni idea del tema. Gente que está super desinformada y hablan en base a mitos que existen entorno al veganismo. Esas personas no llegan a entender que la mayoría personas vegetarianas y veganas han investigado muchísimo. Son conscientes de los déficits que pueden producirse con una alimentación mal llevada, y no la descuidan.

Nuestras amigas, al igual que muchas personas veganas, han tenido que aguantar cómo se les cuestiona absolutamente todo lo que hacen y cómo lo hacen. Sacándoles fallos de dónde sea como: «Ah pero coges el coche, ¿¿¿Eso no contamina???»

Ha llegado un punto, donde tienen miedo a decir que son veganas y que la conversación se desvíe en ese sentido. Incluso, muchas veces tienen la percepción de que hay gente que se siente ofendida porque ellas lleven este estilo de vida.

En entornos de reuniones con parientes cercanos este tipo de situaciones se suele dar comúnmente. Como decía en la introducción de este artículo, España siempre ha sido un país muy carnívoro. Comer carne está muy arraigado en nuestra cultura, y es por eso que entre los más mayores encontramos una mayor reticencia.

MAYOR VISIBILIZACIÓN Y COMPRENSIÓN

A pesar del rechazo existente todavía por parte de la población, el avance de las redes sociales ha hecho que el veganismo tenga cada vez una mayor exposición. Plataformas de producción audiovisual como Youtube o Netflix han hecho posible que mucha gente abra los ojos ante la realidad.

La industria cárnica es una de las más crueles, y la creación de este tipo de material desvela parte del proceso de obtención de los alimentos. Algunos ejemplos son los documentales: Earthlings, What the health o Cowspiracy. En ellos, a través de contenido muy emocional y sobre todo bastante explícito, se trata de concienciar a la población.

Aunque en la sociedad de hoy día ser vegana pueda tener evidentes consecuencias sociales y psicológicas, el paradigma está cambiando. Es un movimiento en auge y la gente está comenzando a despertar.

Cada vez hay una mayor empatía y compresión, lo cuál nos anima a pensar que en los próximos años, el veganismo dejará de verse como un estigma y empezará a ser un modelo a seguir para todas.

“¿Por qué se burlan de los veganos mientras que el inhumano proceso de crianza industrial considera a los animales y al mundo natural simplemente como mercancías para ser explotadas con fines de lucro?”

Ellen Paige, famosa actriz vegana

REFERENCIAS:

(1) Panizza, S., 2020. If Veganism Is Not a Choice: The Moral Psychology of Possibilities in Animal Ethics. Animals 10, 145.. doi:10.3390/ani10010145

(2) Torti, J. M. (2017). The social and psychological well-being of vegetarians: A focused ethnography.

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